No hay
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Era el mundo. Yo y el mundo sumergidos en una niebla espesa, dentro de un tren. Ya había hecho el trayecto antes. Jugaban mis manos con algún mecanismo de abrir y cerrar, como si abrieran y cerraran capítulos antiguos, capítulos nuevos. Era el mundo, todo dentro de un vagón. Ya habría llegado a ese destino antes, ya había llegado, no en otoño.
Los sonidos. Las bicicletas. Cuatro advertencias. Los trenes me vienen a avisar que se levantan, que se encuentran. Niebla. vuelve a pasar un rato conmigo el sueño.
La siesta entre trenes dormidos.
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