Lo que pasa con el alma, es que no se vé.
Se viene el caos.
Una extraña sensación que crece, que se instala súbitamente, aunque no se bien dónde, ni por qué después que aparece se va, ni de dónde llega, o hasta cuándo será. Roza esa clase de verdad que está oculta en la certeza imposible y absoluta de ser, y es por eso que no estoy segura, ni tengo la precisión para definirla aún. Será tal vez que alguna vez…? No, nunca dice mi razón. Jamás. Gira entre los bordes de un silencio, se acerca hasta al umbral más callado sin lanzarse en su propio precipicio, y entonces no sé, ni lo sabré. Nunca dice mi razón. Y sin embargo cuando llega, en esa contracción que me comprime, en esas remisiones placenteras, donde todo se sucede en simultáneo, y algo calla… ahí sí, ahí sé, ahí escucho, ahí me invade esa energía por el vértigo de estar y no actuar exactamente como soy, es raro. Qué será aquella intensa manifestación? Acaso uno de esos cuentos sobre el deseo disfrazado o el efecto natural de estar atravesado, de ser parte inevitable de este gran silencio? Se viene el caos, digo. Y es una extraña emoción la que me abraza. El diccionario dice que se trata de un estado de confusión y desorden en que se hallaba la materia hasta el momento de la creación del cosmos. Yo veo un juego de opuestos, que recorta interminablemente para crear. Caos desordenado y desordenando para ordenar en el origen, amalgama de colores que configura y sin figuras, deja un hueco, contraste perfecto de matices, soporte y continente. Todo un indivisible poder.
Se viene … se viene el caos.
Está llegando.
Totalmente revolucionario.
- E s a l g o n o r m a l m e n t e a n o r m a l -
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