Hay un lugar allí para mis huellas
y un lunar nocturno
Me sacudo las vìsperas vencidas, respiro, el aire seduce al espìritu bajo el sol de diciembre. Lo dejo entrar. Me desperezo en la mañana que brota del fondo de los àrboles azucarados, siento el dulzor, me acompaña mi punto de vista, la insensatez, y unas semillas de puentes invisibles son plantadas antes de que todo vuelva a ser lavado por la desesperanza. voy soltando los elàsticos, pruebo con un acorde, peso pluma.
A veces le pido al olmo peras y me las dà.
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